El pequeño viaje

Magdalena iba en el coche junto a su amiga que hablando animada parecía querer interrumpir aquel inicio de un viaje interior tenebroso. Magda estaba presa en su cabeza, en un rincón oscuro desde el que observaba lo que ella misma sentía, lo que pensaba, lo que decía. Estaba un poco asustada pareciendo que el miedo iba en aumento. Sus respuestas eran intentos de estar allí, fuera de sí misma, por así decir. Y se equivocaba al responder, las palabras no salían como debieran, pronunciaba otras sílabas sin querer.

Se trataba de aguantar la presión interna, la autobsevación constante. O, más bien, de olvidar y eludir aquel proceso que se había desencadenado sin su consentimiento.

Le dolía la cabeza, el corazón iba rápido, esa era la sensación. Y no quería contar la verdad, que había comenzado un tratamiento para el TDAH. Su amiga no lo habría entendido. Era el primer día y ya sabía que no podría seguirlo. Sentía presión en los ojos y tenía la boca seca pero no podían parar por la autovía. No quería dar señales de alarma.

Lo que era evidente es que aparentemente era mejor persona en aquellos momentos, incapaz de hacer juicios que no fueran a sí misma pero, también incapaz de percibir la belleza de un mediodía de febrero inundado de sol.

Era un viaje hacia el atlántico gallego que no podía disfrutar como habría sido habitual.¿ O no?? Depende, porque su espíritu crítico con frecuencia se interponía entre ella y el mundo pero sin ser demasiado consciente.

Había ido al psiquiatra buscando un diagnóstico que esclareciera su trayectoria adolescente que no comprendía. Ahora con 60 años le urgía más que nunca pero este deseo venía ya de atrás aunque no recordaba exactamente cuándo había comenzado a leer sobre psicología y estudiar por su cuenta. La búsqueda de un por qué se había vuelto imperiosa e ineludible.

Nena

A las 7 de la mañana de aquel sábado de septiembre, mucho más caluroso de lo habitual, después del café encendió un cigarrillo que tendría que ser, como quería pensar todas las mañanas, el último, puede que por este motivo no inhaló las volutas de humo con la debida voluptuosidad. En el silencio de la mañana la cocina se hacía pequeña. Era otro día más.

El pasado era una mierda

No es poca la gente –incluso gente muy joven– que sustenta la idea de que existió un tiempo en el pasado donde la gente vivía felizmente, hasta libremente, en una especie de mundo bucólico y sencillo sin las preocupaciones, presiones y condicionantes del presente. Unos pocos (cada vez menos) siguen creyendo que todo tiempo pasado fue mejor, mientras otros consideran que en algún punto de nuestra historia existió una época dorada, un paraíso terrenal estropeado por nosotros mismos, por nuestra codicia, nuestra cerrazón o nuestra maldad. Algunos aprovechan para arrimar el ascua a su sardina política, tratando de asimilar ese periodo arcádico a algún momento del pasado en que sus ideas eran dominantes; la mayoría, se limitan a referirse a él como un modelo ideal hacia donde deberíamos caminar, pero no lo hacemos por ambición, ceguera y orgullo.

Disiento profundamente de todos ellos. Más allá de vanos idealismos, el pasado era un lugar donde ni tú ni yo querríamos permanecer más de una semana, en plan turista temporal, ni por asomo. Ni por broma, vamos. El pasado era un lugar horrible para vivir, un tiempo de mugre, piojos, dolor de muelas, tiranía, superstición, ignorancia, plagas, niños muertos y mamás adolescentes muertas con ellos. El pasado era una mierda.

Vidas breves.

Hasta la llegada de la medicina moderna, la tasa de mortalidad infantil en todo el mundo oscilaba entre el 20% y el 30%, llegando al 40% en épocas de hambruna, guerra o plaga. Estas cifras se mantuvieron así hasta entrado el siglo XX en lugares de orden social tradicional donde la ciencia médica tardó en penetrar. Las causas más frecuentes eran las infecciones otorrinolaringológicas, la difteria, el sarampión, la viruela y la rubéola, con ayuda de la anemia. Me gustaría que reflexionaras un instante sobre esta cifra. Uno de cada cinco niños nacidos vivos no llegaba a la adolescencia en el mejor de los casos, y normalmente uno de cada tres. Esta es una cifra peor que la del peor infierno del Tercer Mundo presente, donde al menos llega algo de penicilina y algunas vacunas de vez en cuando.

Vamos a expresarlo gráficamente. Toma una hoja de papel y escribe en ella los nombres de diez niños que conozcas. Ahora tacha dos. O tres. O hasta cuatro, en un año malo. Ese era el riesgo de nacer hasta aproximadamente la segunda mitad del siglo XIX en el mundo más desarrollado, y mediados del XX en el resto. Un motivo central de la tendencia a tener muchos hijos presente en todas las culturas es que al menos un porcentaje de ellos sobrevivieran para mantenerte cuando fueras viejo, antes de que existieran las pensiones de la Seguridad Social.

Si lograbas sobrevivir a estas tasas de mortalidad infantil, causadas por la poca diversidad y seguridad alimentaria, la falta de higiene y asepsia y la ausencia de antibióticos y vacunas, entonces era posible que llegaras a vivir hasta los 60 o 70 años; incluso, en algunos casos, hasta avanzada edad. Pero si eras chica, tus probabilidades de que tal cosa sucediera sufrían un nuevo hachazo: las probabilidades de morir en el parto oscilaban entre el 1% y el 40%, normalmente de hemorragia, obstrucción o fiebre puerperal, cuando no de aborto casero. Esto es, a partir de los 12 o 13 años, en cuanto llegaba la pubertad, porque eso de empezar a reproducirse con 18 o más años es otra modernez, una excepción en la historia humana que habría hecho mearse de risa a nuestros antepasados.Menudas viejas, dirían.

Hablando de chicas, el pasado fue un mal momento para nacer con una raja entre las piernas. Ya te digo yo que esas idílicas sociedades matriarcales bajo la tutela de la diosa Gaia que pretenden algunas (y algunos) jamás existieron. En las menos patriarcales y machistas de todas, a lo mejor que podías aspirar era a pudrirte a la misma velocidad que tus hermanos, pero además, pariendo hijos. Lo más normal es que fueses alguna clase de propiedad de los hombres de tu familia, en distintos grados de sumisión. No hay ningún indicio de que las amazonas fuesen mucho más que una fantasía erótica de los escritores griegos, inspirada en mujeres guerreras –de eso siempre ha habido en mayor o menor medida–, pero jamás hubo ninguna sociedad amazónica. Y la diosa esa tan enrollada, según donde te pillase, igual esperaba que le sacrificases algún hijo. O hija.

Si sobrevivías a la infancia y no te mataba la guerra o la peste o la fiebre puerperal o cualquier mal aire, es posible que vivieras un buen puñado de años. Cómo los vivirías es otra cuestión.

Piojos, malaria, tos sangrienta y dolor de muelas.

Se oye con frecuencia que la caries es una enfermedad de la civilización, vinculada a las dietas que asumimos cuando inventamos la agricultura y nos sedentarizamos. Es cierto que la agricultura y la sedentarización, aunque dieron lugar a las civilizaciones, fueron una muy mala idea para quienes las padecieron: la esperanza de vida media de 33 años que habíamos gozado cuando éramos nómadas, en el Paleolítico Superior, colapsó a menos de 30, más bien 25 o 28 y a veces 18, como en la Edad del Bronce. Es incluso probable que las poblaciones nómadas tuvieran que ser sometidas y sedentarizadas por la fuerza, como siervos o esclavos agrícolas, a manos de los aspirantes a convertirse en reyes y emperadores. Otros creen que el proceso pudo ser más voluntario, cambiando una mayor seguridad en el suministro alimentario por un empobrecimiento se su variedad y una menor esperanza de vida. Ocurriera como ocurriese, hacinarse en esas marismas insanas que llamamos tierras fértiles empeoró la mortalidad y la calidad de vida de casi todo el mundo, hasta aproximadamente el siglo XX.

Pese a ello, la caries no es estrictamente una enfermedad de la civilización relacionada con esta menor variedad alimentaria de las comunidades sedentarizadas, como se ha dicho muchas veces. Y no lo es porque está presente en numerosos cráneos recuperados de periodos anteriores, como el Paleolítico; incluso se ha encontrado en dientes del neandertal. Sin embargo, su incidencia era mucho menor. La caries, ciertamente, se multiplicó y agravó enormemente durante el Neolítico, con la agricultura y la sedentarización.Y nadie sabía cómo combatirlas, porque para comprender la necesidad de la higiene bucal (en realidad, de cualquier clase de higiene) hay que comprender primero la teoría de los gérmenes. La única posibilidad era arrancar el diente, pero quedarse desdentado en aquellos tiempos tampoco era una idea muy buena, así que muchas veces se retrasaba hasta que dejaba de doler, conduciendo a infecciones maxilares mucho más severas. La historia de la humandidad es una historia de gente desdentada, con constantes dolores de muelas y graves abscesos faciales, a la que el aliento le olía peor que una alcantarilla. Sin analgésicos, ni antibióticos, ni nada parecido a la cirugía dental y maxilofacial contemporánea.

Nómadas o sedentarios, los piojos vienen acompañándonos desde que surgimos, y despiojarse mutuamente ha sido una de las actividades familiares y sociales más corrientes hasta el surgimiento de los actuales tratamientos quimicos. La familia que se despioja unida permanece unida, o algo así. El caso es que hemos vivido siempre comidos por los piojos, al menos en los lugares con pelo abundante; llamamos ladillas a los que se dan en el vello púbico. Para terminar de arreglarlo, la invención de la ropa permitió la evolución y especialización de una tercera clase de estos parásitos, el piojo corporal, que se nos come de cuello a pies. A diferencia de los dos primeros, incapaces de transmitir ninguna enfermedad en particular más que las molestias cutáneas asociadas a su presencia (picor, irritación, con consecuencia de insomnio y debilidad), este último es un vector conocido del tifus, la fiebre de las trincheras y la borreliosis. Las pieles y ropas resultaron ser un gran avance para… las epidemias.

Otra consecuencia perversa de la sedentarización fue el surgimiento de la tuberculosis, en este caso gracias a un bacilo frecuente en la ganadería. Probablemente se trate de la primera enfermedad de que tuvimos consciencia como un estado específico: en Egipto ya tenían hospitales especializados en su tratamiento allá por el 1.500 a.C. Con dudoso éxito, pues parece que tanto el faraón Akenatón como su esposa Nefertiti murieron por causa de la tisis, su nombre tradicional en castellano; si unos emperadores considerados como dioses morían así, puede imaginarse lo que esperaba al pueblo llano. En la India, los brahmanes tenían prohibido casarse con ninguna mujer cuya familia tuviera un historial de tuberculosis, lo que tampoco resultaba muy eficaz. En Europa, el tratamiento más avanzado consistía en una imposición de las manos del rey, con el resultado que cabe suponer. Paracelso, en otra de sus chaladuras –el mérito de Paracelso no está en lo que creó, sino en lo que destruyó: las supercherías aún mayores de su antepasado Galeno, el de las sangrías–, opinaba que la tuberculosis se debía a algún órgano incapaz de cumplir adecuadamente sus funciones alquímicas, ni más ni menos. Durante el siglo XIX, la llamada Peste Blanca se comía a las jovencitas y no pocos jovencitos y no tan jovencitos por millones, dando lugar a uno de los temas más característicos en el Romanticismo. Tuvo que venir Robert Koch a decirnos que se trataba de un microbio, y únicamente entonces fuimos capaces de combatirla.

La malaria es otra vieja compañera, sólo recientemente erradicada en los países desarrollados, vinculada también a las aguas estancadas y sus mosquitos, los campos de cultivo y la sedentarización. En la Roma clásica, la malaria, la tuberculosis, el tifus y la gastroenteritis se ventilaba cada año a unos 30.000 ciudadanos en los meses enfermizos de julio a octubre. Por no mencionar la tiña (foto de la derecha) u otros males comunes (e incurables) en su tiempo, incluyendo, por supuesto, las enfermedades venéreas de la Antigüedad, que ya te puedes imaginar cómo iba el tema.

Las alternativas para nuestros antepasados eran simples. O permanecer como nómadas cazadores-recolectores, atrapados en el primitivismo Paleolítico y cada vez más rechazados y expulsados por las comunidades sedentarizadas, o sumarse a la sedentarización total o parcialmente, convirtiéndose en súbditos, cuando no siervos y esclavos, de las civilizaciones agrícolas y ganaderas en ascenso.

Inseguridad alimentaria.

Por otra parte, ni nómadas ni sedentarizados tenían garantía alguna sobre la seguridad de su comida y su agua. Las comunidades nómadas eran pequeñas y dispersas porque dependían de lo que la tierra quisiera dar, imposibilitadas para evolucionar y desarrollarse. Las comunidades sedentarias no sólo produjeron durante largo tiempo comida abundante pero poco variada y de ínfima calidad, sino que estaban sometidos a toda clase de plagas y putrefacciones. Esas estupendas mazorcas de maíz, ese trigo perfectamente seguro o esa carne con garantías veterinarias son el resultado de generación sobre generación de hibridaciones, cultivo selectivo y progresos en las ciencias agropecuarias y médicas. En el pasado tenían que apañarse con cosas más parecidas al farro, la escaña y la cebada, que son básicamente un asco como alimentos (cuando no lo que ahora llamamos mala hierba), y con carnes y pescados obtenidos y conservados de maneras realmente creativas. En la imagen puedes ver cómo era el trigo antiguo (derecha) en comparación con el moderno (centro e izquierda).

Hoy en día nos quejamos de que a la comida y al agua le echan cosas y de que es todo artificial. Lamentablemente, las alternativas son el cólera, la gastroenteritis, el carbunco (ántrax), la triquinosis, la salmonelosis, la listeriosis, el botulismo, el síndrome de Guillain-Barré, la gangrena gaseosa, la hepatitis, la diarrea mataniños y otras delicias por el estilo que en el pasado constituían una permanente ruleta rusa. Las epidemias de los cultivos y el ganado no sólo los mataban, provocando constantes hambrunas, sino que incluso cuando no los mataban podían contaminarlos de manera invisible para un mundo sin microscopios. Son especialmente curiosos los casos de ergotismo, un hongo de los cereales con efectos muy parecidos al LSD, que además pasa a los bebés mediante la leche materna.

La potabilidad del agua merece párrafo aparte. Antes de que aprendiéramos a separarla de las aguas fecales y echarle cloro y otros productos químicos, beber agua era tan peligroso como una caja de bombas. De hecho, la gente, si podía evitarlo, no bebía agua. Ni tampoco mucha leche, excepto la materna, pues antes de que aprendiéramos a pasteurizarla (por si no te has dado cuenta, pasteurizar viene de Luis Pasteur, el padre de la microbiología moderna) provocaba masivamente tuberculosis bovina, neuropatía inflamatoria desmielinizante, enteritis, carbunco (ántrax) y demás. Así pues, hasta los niños bebían vino, cerveza o aguardientes si podían permitírselo, que no eran mucho más seguros pero un poquito sí, por la presencia de alcohol: el alcohol es un conocido antiséptico.

Por cierto. Para comer mínimamente bien había que ser rico. Pero rico, rico de narices. La comida era muy cara de producir, conservar, transportar y comercializar, y estaba sujeta a numerosos imprevistos. El precio del pan fue una cuestión de estado durante milenios, sabiendo que un aumento excesivo debido a la escasez o la especulación podía ocasionar revueltas y subversión, dado que la gente no tenía mucho más para comer. Libros revolucionarios clásicos como La Conquista del Pan del anarquista Pyotr Kropotkin, o incluso textos como el Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo o el mismo Sancho Panza en el Quijote nos transmiten una idea de lo muy complicado que era alimentarse para la gente de a pie, y la miseria general en que vivían. Con frecuencia, una familia no podía pagarse las calorías necesarias para alimentar a todos sus miembros; hacerlo de forma saludable o al menos variada era una fantasía de aristócratas, arzobispos, reyes y papas. Estar gordo era la moda y el referente estético de belleza y éxito social, porque sólo los muy adinerados y poderosos podían permitírselo; las personas corrientes estaban flacas como espartos por simple desnutrición y exceso de trabajo físico. Estar flaco era cosa de pobres. Ahora son los pobres los que están gordos, al menos en el mundo desarrollado, debido a la mala nutrición pese al exceso de calorías; y los más acomodados pueden permitirse alimentos, cuidados y tratamientos que les permiten… estar delgados.

Mugre, ignorancia, superstición, tiranía.

El pasado era un sitio sucio y maloliente, con ratas y parásitos por todas partes. Donde había alcantarillado, solía estar abierto; sólo los ricos podían pagarse termas, baños y cosas por el estilo. En la mayor parte de lugares, la higiene era un concepto desconocido e innecesario, porque no sabíamos nada de microbios.

Qué demonios. Éramos ignorantes como piedras: una turba vil y analfabeta presa de tiranos, demagogos, clérigos, santones y toda clase de supersticiones. La alfabetización era un secreto gremial de escribas, monjes y sabios; la mayor parte de la gente no sabía leer o escribir ni su propio nombre y no digamos ya cualquier rudimento de cultura general. Los niños no comenzaron a ir a la escuela sistemáticamente hasta mediados del siglo XIX. Hasta los nobles, y a veces los reyes, eran más brutos que sus caballos. El príncipe del cuento era un asno palurdo y brutal. Y el venerable sabio local, un analfabeto desdentado y maloliente, supersticioso y machista hasta el ridículo que se lo pasaba pipa cuando mandaban brujitas guapas a la hoguera. Las brujitas y en general cualquier hembra, por su parte, tenían exactamente las mismas luces que un trozo de carbón en una habitación a oscuras. En cuanto a los niños, no eran más que una boca que alimentar, una carga tratada a palos que ocupaba el último lugar de la casa, frecuentemente por debajo del ganado en el orden social. Eso de protejamos a los niños es otra modernez buenista; en el pasado, nadie habría puesto a un niño por encima de un adulto capaz de ganarse su propio pan. En cuanto a las niñas, si no te violaban de pequeña era sólo por respeto al honor de tu padre, suponiendo que tu padre fuera hombre libre y ya hubiéramos llegado a ese grado de civilización. Si naciste esclavita, o en una sociedad que no hubiera alcanzado ese punto, mejor no te lo cuento.

En un mundo así, toda clase de supercherías, miedos, religiones y tiranías calaban sin más en amplias masas sociales, desprovistas de las más tenues bases intelectuales para desafiarlos. La forma común de gobierno era garrotazo y tentetieso. No existía nada parecido a la justicia; la idea de que tuvieran que juzgarte con un juez imparcial y un abogado defensor bajo el imperio de la ley sólo se extiende al pueblo a partir de los procesos revolucionarios del siglo XVIII. La vendetta y la ordalía eran formas de justicia común, así como castigar hasta los delitos más leves con tormentos infames. Para los partidarios de volver al endurecimiento de las penas, recordaré que hubo un tiempo en que podían desmembrarte en la rueda hasta por robar gallinas, sobre todo si el dueño de la gallina pertenecía a las castas superiores, y nunca dejó de haber ladrones, violadores o asesinos. De hecho, había muchos más que ahora: la miseria, el hambre, la opresión y la incultura propulsaban constantemente a grupos de población hacia la delincuencia, desde el pequeño robo hasta el bandolerismo y la piratería. En realidad, no había justicia ninguna, en el sentido actual del término: sólo la voluntad de los poderosos.

Hay quienes, por absurda idealización, creen que estos mundos del pasado podían ser mejores que el mundo presente. No lo fueron, jamás lo fueron: para la inmensa mayoría de quienes vivieron allí, constituían un infierno sólo aceptable porque no conocían nada mejor y porque creían a machamartillo en paraísos religiosos. Pero si a cualquier padre o madre del 300.000 a.C., del 30.000 a.C., del 3.000 a.C., del 300 a.C., del 300 d.C., y hasta del 1.900 d.C., le hubiesen dicho que llegaría un tiempo en que podría llevar a su hijo enfermo a un hospital con médicos científicos, antibióticos, TACs, analgésicos, de todo, y que luego se lo podría llevar curado a casa para bañarlo con agua calentita que sale de un grifo a precio ridículo –sí, ridículo: la leña y el carbón costaban el sueldo de un mes–, meterlo en una cama sin piojos, chinches o pulgas y darle de comer toda clase de alimentos y agua que no lo pone más enfermo… si hubiera podido comprenderlo, si hubiera podido vislumbrarlo, habría pensado que éste debía ser el paraíso de los dioses benevolentes prometido en sus profecías. Y desde luego habría firmado cualquier cosa con tal de estar aquí, no allí. Aunque no podía. No sabía firmar.

Pese al fatalismo de los pesimistas, la humanidad ha demostrado constantemente su capacidad de mejorar, de evolucionar, de progresar hacia un futuro mejor. Para ello tuvimos que deshacernos de un montón de rémoras del pasado, estudiar profundamente y transformar la realidad de maneras radicales, a veces pacíficas y a veces violentas. Y tendremos que seguir haciéndolo si queremos ir aún a mejor. En todo caso, mereció la pena y sigue mereciendo la pena. Puestos a malas, yo prefiero morir con morfina en el más infame hospital de nuestro tiempo que sin morfina en cualquier palacio de aquella Arcadia infeliz. ¿Y tú?

EL LIBRO DE LA PIZARRA DE YURI:La Pizarra de Yuri

Pídelo en tu librería: Ed. Silente, La Pizarra de Yuri, ISBN 978-84-96862-36-4
o pulsa aquí para comprarlo por Internet

http://lapizarradeyuri.blogspot.mx/2010/03/el-pasado-era-una-mierda.html

Efecto Placebo: El Poder Terapéutico de la Mente

Provoca cambios en el cerebro que reducen el dolor, disminuyen los temblores del párkison o alivian la depresión, y demuestra la capacidad natural de mejoría del sistema nervioso

Una sustancia que, “careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este la recibe convencido de que posee realmente tal acción”, es, por definición, un placebo. La palabra viene del latín “placere”, que significa agradar. En el siglo XVIII los médicos recurrían a prescribir píldoras sin acción curativa cuando no disponían de ningún medicamento adecuado, algo que ocurría con relativa frecuencia. Su intención no era engañar al paciente, sino intentar fomentar en él un proceso curativo natural.

Un proceso que se basa precisamente en las expectativas o “fe” del paciente, la piedra angular de este efecto aparentemente “mágico” que una simple píldora incluso de azúcar puede suscitar. Son precisamente esas expectativas las que logran producir cambios en el cerebro capaces de frenar el dolor, levantar el ánimo de las personas deprimidas o mejorar los síntomas en la enfermedad de Parkinson.

En los últimos años las técnicas de neuroimagen han mostrado que la mejoría que induce el placebo es real y no una mera percepción subjetiva. Y es que las expectativas del paciente son capaces de “mitigar el dolor a través de la liberación de endorfinas, que son analgésicos naturales producidos por el organismo. Mejoran también la función motora de los pacientes con párkinson mediante la liberación de dopamina, que es precisamente la sustancia que falta en esta patología y la que se suministra para tratarla”, como explicaba a ABC Raúl de la Fuente Fernández, que fue el primero en demostrar, junto con John Stoessl, que el placebo tiene un efecto evidente en los pacientes con Parkinson, una observación que publicaron en 2001 en la revista “Science”.

Efecto generalizado

En realidad, la “fe” del paciente en la mejoría que promete un tratamiento prescrito, aunque en realidad no lo reciba y en su lugar se le administra un falso fármaco, es la que moviliza todas esas sustancias que forman parte de la química cerebral. “Se trata de un efecto general en la medicina que afecta a muchas patologías, entre ellas la esclerosis múltiple o la epilepsia. En la enfermedad de Parkinson el efecto placebo puede llegar al 50-60%”, explica José Obeso, neurólogo de la clínica Universitaria de Navarra, que participó en el simposio “Retos de la Neurociencia en el siglo XXI”, coordinado por la doctora Carmen Cavada, directora de la Cátedra UAM-Fundación Tatiana Pérez de Neurociencia. Como media se considera que este poder terapéutico de la mente es de un 30% en esta patología, aunque el efecto aumenta “con las expectativas del paciente y la credibilidad del médico”, matiza Obeso.

Podría pensarse que es un efecto ventajoso, sin embargo, se vuelve en contra en los ensayos clínicos. El motivo es que enmascara los efectos reales del fármaco que se ensaya, que para obtener su validación ha de demostrar que es más eficaz que una píldora de iguales características pero que no contiene el principio activo. En realidad no contiene nada capaz de curar, pero “ocluye efectos reales del principio activo, ya que eleva tanto la referencia del grupo control, que el efecto del medicamento que se ensaya tiene que ser tremendo para que sea significativo frente al placebo. Y esto genera un problema serio en varios de los estudios recientes hechos contra placebo”, aclara Obeso.

En realidad, los fármacos no compiten con nada más que con las expectativas del paciente. Y eso que a los participantes se les informa de que pueden recibir un placebo en algún momento del ensayo. Pero ni el experimentador ni los participantes saben quién toma el fármaco y quién el placebo. Esta es la base de los ensayos “doble ciego”, que garantizan la fiabilidad del ensayo clínico.

Sin pastillas

También se experimenta este efecto sin pastilla alguna. Cualquier acto médico está sometido a este poderoso efecto mental. “Cuanto más intenso sea el tratamiento y cuanto más espere el paciente de ese tratamiento, mayor sera el efecto placebo. Una capsula que promete un factor que revitaliza las neuronas genera muchas expectativas, pero una intervención quirúrgica genera muchas más aún. Los últimos ensayos clínicos con técnicas que requieren entrar en el cerebro han tenido un efecto placebo tan grande que han salido muy negativos, sin que necesariamente haya que pensar que el tratamiento por si mismo no pueda ser eficaz”, destaca en neurólogo de Navarra.

El poder del placebo, traducido a cifras puede no decir mucho. Pero el ejemplo que pone el doctor Obeso de un caso descrito recientemente es mucho más gráfico: “Un paciente con párkinson avanzado, que vive en un campamento de Palestina, está en una situación de incapacidad motora que le impide andar. A pesar de ello, en un bombardeo logra salir corriendo y refugiarse a 300 metros, con el resto de sus compañeros”.

Creer en el poder sanador de una pastilla, aunque no contenga ningún principio activo, tiene efectos terapéuticos reales

¿Cómo consigue superar lo que a diario le tiene postrado?“Eso ocurre porque las neuronas productoras de dopamina del área tegmental ventral (ATV), cercana pero no idéntica a las del blanco de la neurodegeneración, que tiene lugar en la sustancia negra, están mucho más respetadas. Y la emoción moviliza la dopamina del ATV, que, incluso en pequeñas cantidades, es capaz de modular el movimiento”. Y es la emoción también, en forma de expectativas, la que moviliza la dopamina de esas neuronas en el efecto placebo.

En la enfermedad de Parkinson se pierde un número muy alto de las neuronas que producen la dopamina necesaria para el movimiento. Sin embargo, las neuronas más implicadas en el control de los aspectos emocionales son con mucho las que menos se pierden y bastante más tarde, explica Obeso. Hay un residuo importante, de neuronas que explican muchas observaciones anecdóticas como esta en la enfermedad de Parkinson.

Domesticar el placebo

¿Se podría “domesticar” ese efecto sanador que origina el placebo y utilizarlo de forma controlada? De momento no es posible, opina Obeso. “Todos los médicos [y en general los profesionales de la salud] manejamos el impacto del efecto placebo de manera positiva y conveniente en circunstancias muy concretas y puntuales. Pero no hay nadie que pueda manejarlo para que dure doce meses. Es verdad que si se comprendiera mejor el mecanismo mediante el que se puede producir una mejoría tan marcada, permitiría que el paciente mejorase de una manera “natural”, ya que no se le ha suministrado nada. Desde ese punto de vista sí que es relevante entender cómo sucede y cuáles son los mecanismos, porque significa que el sistema nervioso de esa persona tiene una capacidad de mejoría manifiesta”.

Y, a diferencia de algunos fármacos, el efecto placebo comienza casi de inmediato. Es lo que ocurre cuando se compara con la fluoxetina, uno de los fármacos antidepresivos más utilizados para combatir la depresión. Sin embargo, este antidepresivo necesita de cuatro a seis semanas para hacer efecto. Como contrapartida el placebo activa menos áreas del cerebro y sus beneficios desaparecen antes. Tal vez la clave para mantener en el tiempo la acción sanadora del placebo esté en en esa “fe ciega” que mueve montañas… y también neurotransmisores cerebrales.

https://desqbre.wordpress.com/2014/10/06/efecto-placebo-el-poder-terapeutico-de-la-mente/

Blanqui se fué

Aquel día vino una ola de calor proveniente del Sáhara mal herido, y mi hermana me llamó por teléfono para que previniese a mi madre, que no saliese a la calle por si acaso. Al momento me acordé de la Blanqui que ese mediodía estaba tan rara cuando llevé a los gatos de la colonia la comida. Ella nunca se acercaba demasiado a mí porque, teóricamente, al fin y al cabo era salvaje..y todo ello a pesar de que por dos veces tuve que reingresarla en la protectora.

La 1ª vez fué por una de esas campañas de esterilización en las que, por entonces, creía. Blanqui estaba preñada y feliz pero cuando se la llevaron y, después, cuando fui a recogerla a lo alto del monte, donde se ubica la protectora, ella era otra gata…Mucho mas delgada. Mas tarde, ante continuas recaídas en un estado de postración la llevé a una veterinaria y dio positivo en leucemia felina.

Le dije a mi hermana cuando me habló de la ola de calor que la gata tal vez no la resistiría y ese mediodía ya no quiso comer. Se acercó a mí ronroneando y eso me sorprendió, miró la comida pero no comió. Siempre era la 1ª en hacerlo porque los otros gatos sabían que me la había llevado a la protectora, después de la esterilización, porque ella quería morir, y la respetaban por el nexo de unión que tenía conmigo

Me dejó acariciarla y supe que algo iba muy mal

Al día siguiente la encontré muerta a pleno sol. quizá al contrario de lo que suelen hacer ellos, los gatos, que buscan la soledad para morir, ella quiso que la encontrara

La recogí y la llevé cerca del rió que la vio nacer

y el río, ese que se desliza hasta unirse al mar, en ese río, ella y yo fuímos uno


REFLEXIONES DE CARLOS MONSIVÁIS SOBRE LOS ANIMALES:

En efecto, y esta es mi convicción, los animales tienen derechos, y negar que sufren y reírse de este sufrimiento es, como se le quiera ver, otra prueba de la deshumanización. El ser humano no puede ni debe celebrar el dolor infligido a seres vivos, ni tiene sentido negar que tan insensibilidad se traslada luego y con fuerza a la furia contra seres humanos.

En México, uno de los países en donde las corridas de toros se elevan al rango de “arte taurino”, en cabal y feliz ignorancia de lo que significan los preparativos de las corridas y la falsa “igualdad de oportunidades” para el toro y el torero, se ha visto recientemente el aplauso dedicado a un niño que a los 11 años ya incursiona en esa matanza “artística”. Se ha protestado, y con toda justicia, contra el trato de los animales en los circos, y los dueños han emitido declaraciones en las que la hipocresía anda en el trapecio. Esto para no hablar de las condiciones de los rastros ni del trato infligido por los encargados de los antirrábicos a los animales callejeros. Se alaba e incluso de califica de “conveniente la crueldad: no importa, está bien porque se aplica a seres irracionales, y en época de crisis a quién le importa lo que le suceda a todo aquello que pertenece al rumor de lo “inhumano”.

… Pero cada vez se aclara más un hecho: la crueldad contra seres vivos es parte del proceso educativo en la deshumanización.

Read more: http://espanol.free-ebooks.net/ebook/Mi-vida-con-el-lama/pdf/view#ixzz38neYKLQ0


Palabras del Maestro Carlos Monsivais pronunciadas durante su participacion en el Foro Voces y Derechos de los Animales 2007. 23 junio 2007, Templo Corpus Cristi, en la Cd. de Mexico

Sobre los derechos de los animales…

Un tema “extraño” en un momento tan crítico de la vida de México y del planeta. Para muchos, demandar leyes de bienestar animal parece un contrasentido, asunto menor o ni siquiera; a su vez, un número creciente de personas, a las que me añado, cree exactamente lo contrario, el trato hacia los animales es fundamental en la comprensión general de nuestro comportamiento, se produce antes que la crueldad hacia los niños, e inicia el gran proceso de la deshumanización, en el sentido más estricto, porque siempre se ha buscado desvincular la condición humana, en la acepción más rigurosa del término, del respeto a la naturaleza y los seres vivos.

La historia sacralizada: “El hombre, dueño y señor de la naturaleza”. Esta obstinación milenaria ha traído por consecuencia la serie infinita de los desastres, como el calentamiento global (el señor Bush no sólo invadió Irak), y el agotamiento de los recursos planetarios (ganancia rápida mata derechos de generaciones del porvenir). Y este proceso, en ritmo ascendente, se inicia con la crueldad con los animales y el desprecio por la naturaleza (¿a qué clase gobernante le sirven los bosques y los ríos?)

No centro mi argumentación únicamente en el costo impagable de los ecocidios; también apunto, y muy primordialmente, al modo en que la insensibilidad en lo tocante a los animales -se ha probado en demasía- resulta prólogo directo a la insensibilidad ante la vida ajena, incluso en demasiados casos la directamente relacionada con cada persona. No se desata la crueldad desproporcionadamente, sin convertir este ejercicio en uno de los grandes reflejos condicionados de personas y colectividades, sin beatificar eso que en las justificaciones de asesinatos y matanzas se llama “la naturaleza humana”.

La defensa de los derechos de los animales, y su traducción jurídica (la Ley General de Bienestar Animal), tendrá un resultado importantísimo: dar aviso desde el Poder Legislativo de un hecho fundamental: el comportamiento civilizado, en el sentido de los vínculos de gobiernos, sociedades y personas con los seres vivos.

En la exposición de motivos de la Ley General de Bienestar Animal se dice con claridad: “En la mayoría de los casos, las causas de los problemas de bienestar animal se deben a la percepción errónea de que los animales no son capaces de sufrir, sentir dolor y padecer estrés”. La ignorancia o, mejor, el desprecio ante estos hechos, se desprende de la actitud ancestral de arrasamiento de lo “innecesario”. Todo al servicio del hombre, el único género sobre la tierra, y esta noción monstruosa nutre los ecocidios y le da rienda suelta al machismo que, por ejemplo, se burla y asume como expresión de la debilidad extrema a las muestras de sensibilidad ante la barbarie de las corridas de toros, ante los horrores de los antirrábicos, ante la maldad ostensible en los mataderos.

La actitud humanista sigue siendo y seguirá siendo la base de la civilización, y allí la sensibilidad es, de modo esencial, respeto y compasión por los seres vivos (en el sentido de padecer con otros). Recuérdense en el otro extremo:

-Las miles de cabritas del pueblo oaxaqueño, masacradas anualmente como rito y festín, en plena chacota de sus manifestaciones de terror las cabritas, a las que, en una peregrinación larga, se les niega el agua para mejor comprimir y aprovechar sus carnes.

-La petulancia que se ufana del “arte del toreo”, cuya sustancia consiste en la tortura prolongada del toro que llega al ruedo lastimadísimo y aterrado. A este respecto, me niego a entender el convenio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con una asociación taurófila para un proyecto de historia del toreo como un gran logro cultural. ¿Es la crueldad con seres vivos llevada al límite, en efecto, un logro cultural? ¿Cómo se sostiene este despropósito?

-La soldadesca de Idi Amin (“el último rey de Escocia”) que en su huida masacran a miles de elefantes.

-La moda “exquisita” de comer carne de perro.

-Las peleas de gallos y las peleas de perros.

-La persecución sistemática de las aves en la Ciudad de México.

-La barbarie de los pescadores japoneses y canadienses con focas y ballenas.

-La extinción de las especies.

-Y la joya de la corona, el fervor de la cacería, la puntería (muy regular) como seña de la superioridad viril, como el gozo de matar en épocas de veda.

¡Ah, la estética que aplaude las corridas de toros!

Mencioné el término indiferencia, y al revisarlo lo creo mal aplicado. Cuando no interesan en absoluto los sufrimientos de seres vivos, cuando no se registra la vida salvo de una manera, y de una manera jamás exenta de crueldad (véanse los registros de la violencia intradoméstica), la indiferencia no es sino desprecio por la idea misma del sufrimiento ajeno, desdén que se combina con júbilo. La premisa es nítida: ¿qué importa lo que les pase a los carentes de conciencia, a los seres que sólo están allí para alimentarnos o permitirnos el despliegue de nuestro poder de destrucción? (Aquí se olvida el afecto muy real por los animales domésticos). De allí las condiciones de la matanza de animales, tan horrendas por feroces y por innecesarias; de allí las reglas de los animales en cautiverio, manejo y transporte; de allí la seguridad alborozada de que no sienten ni dolor ni miedo ni angustia, no padecen enfermedades ni tienen heridas, y poco o nada importan la dosificación adecuada de agua y alimentos, y las respuestas a su desnutrición.

Quiero expresar mi admiración y mi homenaje constante a los activistas de los derechos de los animales, a -por ejemplo- los que protestan por las corridas de toros, por el trato a los perros, por el abandono de los animales. No ignoro los pleitos y las divisiones entre los grupos, propios de toda comunidad, no ignoro tampoco lo esencial: el punto de partida de su acción es la generosidad.

El respeto a los derechos de los animales le es indispensable a México, no sólo por las ventajas señaladas de la productividad y rentabilidad de la actividad pecuaria, sino, y para mí es lo básico, porque el desarrollo civilizatorio nunca se aclara debidamente, si se tiene a la crueldad como un comportamiento básico de la relación con seres vivos, si se insiste en el “¿quién les manda ser animales?” si se hace de la tortura la forma adecuada de trato con muchísimas especies. Los derechos de los animales benefician a la sociedad en muy diversos sentidos, y no es asunto de excéntricos la búsqueda del bienestar animal, sino de ciudadanos y ciudadanas comprometidos con la idea y la práctica de una sociedad justa y, precisamente, por su relación racional con los seres vivos, plenamente humana


 

 

¿Què puedo decir?

el gran misterio de su noche celta.

el gran misterio de su noche celta. (Photo credit: Rock is life)

Universos paralelos (Photo credit: Ricardo G. Silveira)

d4dfded34a3237de00e219e35f1212ac

Solo en la oscuridad nocturna me surgen mil historias que contar respecto a mi observación del mundo y el de mi entorno..Ahora mismo aun hay luz y siento sin embargo que el frío es intenso porque el dios sol está oculto pero me acostumbraré, como siempre a él, y aunque tengo asma desde que los que nos vigilan decidieron esterilizarme, este ruidito de mi respiración no me paraliza, solo alerta de mi presencia, eso me disgusta

Soy un ser independiente víctima de esta necesidad vital que puede transformarse en una dependencia para sobrevivir…Almas, que quieren sentirse buenas, nos alimentan y ahora ya no soporto el hambre que antes era compañera de fatigas y motivo para activar el más genuíno olfato además de agudizar la vista.

Ahora esperamos con anhelo ver esas siluetas conocidas de los animales de dos patas que vienen, silenciosos como nosotros, para no ser ni sentidos ni presentidos por los que no los aprueban, de su misma especie, nos traen sus regalos que son nuestro alimento.

7384256104_9ee76e8258_z

He vivido el presente porque no podría ser de otra manera, vivir y mal vivir se funden …Algo pequeño se mueve al fondo y es un ser gracioso….,solo quiero jugar con èl, después se queda inmóvil, el juego terminó. Si la vida no es un juego es que es una trampa continúa y hay que ser muy astuta y prevenida para que, cuando te pillen por sorpresa, seas lo suficiente ágil para escapar y esconderte antes de que te inquen los dientes, ya se trate de perros que solo quieren jugar o no.

Los dioses que nos traen la comida parecen temibles, si tengo mucha hambre puedo maullar lastimosamente cuando veo aparecer a los que nos protegen pero es una estrategia…: ellos nos enseñaron a llorar así porque les gusta ser importantes para nosotros..Creen que este mundo es de ellos, son sabios y astutos dentro de su macrocosmos pero como nos consideran pequeñas criaturas, al margen de sus designios, suelen ignorar nuestro ecosistema perdido y nuestra existencia

Por favor, no intentes acariciarme, no puedo confiar en tí…Tampoco quiero acostumbrarme a eso que llamais ternura y que es tan variable con según qué humano…Si me acaricias volveré a sentirme fragil como en mi infancia…, recordaré a mi madre y veré a la Gran Madre en ti, no querré crecer para que no te vuelvas a alejar…Ya no recuerdo cómo era ella….tal vez era aquel cadaver de una gata apaleada por los niños de los dioses

63771_486943618015893_62957544_n

http://marcasenelagua.blogspot.com.es/2012/02/busco-gordon-mi-gato-no-es-un-enlace.html

Tu animal Totémico

Creo que todos somos parte del Espíritu de Dios y el Espíritu de Dios habita dentro de todo lo que vive.

Para comprender el concepto del Camino del Nativo Americano es preciso volver a definir la palabra Medicina. Medicina es cualquier cosa que mejora tu conexión con el Espíritu de Dios, con el Gran Misterio de la vida y con toda la vida.

Lin Ekstam

nhhhhhhhio

¿Qué es un Animal de Poder?

Todas las cosas del Universo tienen espíritu y vida. Las rocas, la tierra, el cielo, las aguas, las plantas y los animales son diferentes expresiones de consciencia, en reinos y realidades diferentes. Y todas las cosas del Universo saben de su Armonía con todo lo demás, y saben como Darse uno al otro. Excepto el hombre. De todas las criaturas del Universo, sólo nosotros no comenzamos nuestras vidas con el conocimiento de esta gran Armonía. Nuestro espíritu puede llegar a ser completo mediante aprender a buscar y a percibir, aprender sobre nuestra propia Armonía con todos nuestros hermanos del Universo.
Cada uno de nosotros tiene un animal particular como su Medicina personal. Los Tótems o Animales personales de Poder son los espíritus protectores que nos ayudan tanto en nuestra vida cotidiana como en nuestra búsqueda espiritual de Armonía. Estos Animales de Poder son comúnmente un reflejo de tu yo más profundo, y también representan las cualidades que necesitas en este mundo, pero que con frecuencia están ocultas u oscurecidas.

Citando a Jamie Sams y David Carson:

Cuando exhortas el poder de un animal, estás pidiendo ser envuelto en armonía completa con la fortaleza de la esencia de esa criatura. Adquirir comprensión de estos hermanos y hermanas es un proceso de curación, y debe ser abordado con humildad e intuición. Ciertos aspectos de las lecciones dadas por estas criaturas han sido elegidos para reflejar las lecciones que cada espíritu necesita aprender en el Buen Camino Rojo. Estas son las lecciones de ser humano, de ser vulnerable y de buscar la totalidad con todo lo que existe. Son parte del camino hacia el Poder. El Poder yace en la sabiduría y la comprensión del papel de uno en el Gran Misterio, y en honrar el hecho de que cada cosa viviente es un Maestro. (Medicine Cards)

 

430423_401135953246661_118780361482223_1560847_1587462908_n

¿Cómo saber cuál es tu Animal de Poder?

Los Animales de Poder no necesariamente son animales exóticos: pueden ser cualquier animal de las familias de los mamíferos, reptiles, insectos o aves. O podría ser un animal mítico, como el Unicornio o el Pegaso. Por otro lado, tu Animal personal de Poder puede cambiar varias veces en tu vida, dependiendo de tus necesidades específicas.
En esta sección están las características de varios Animales de Poder. Si ya conoces el tuyo, busca aquí su descripción. Si no lo conoces, ¡pide conocerlo! Simplemente pídeselo a tus Consejeros, Guías, Yo Superior, a ti mismo. La respuesta podría llegarte de diversas formas:
En sueños
Al soñar con un animal que tenga un significado especial dentro del sueño mismo.
Por mensajes indirectos
Al escuchar o ver el nombre de algún animal varias veces durante tu vida cotidiana, en las noticias, la televisión, en comentarios de amigos, etc.
Por mensajes directos
Al ver físicamente a un animal más de dos veces.
En meditación
Los Animales de Poder se revelan y se identifican a sí mismos como tales.
Por instinto o intuición
Nos sentimos especialmente atraídos a ellos a lo largo de nuestras vidas.
Por medio de un shamán
Al pedirle a alguien especialmente intuitivo que averigüe y nos diga cuál es nuestro Animal de Poder.
Si ya estás consciente de tu Animal de Poder, puedes pedirle poder adicional en cualquier situación. También puedes utilizar esta sección como un oráculo, de nuevo confiando en tu intuición al elegir un Animal para leer sus características. O puedes leerlos todos y aprender algo de cada uno…

GATO: Independencia
En Egipto, los gatos siempre fueron tratados con privilegios especiales. En Escandinavia, el gato era el símbolo de la fertilidad, y en India es el símbolo de los nacimientos. En tiempos antiguos se creía que las brujas tomaban la forma de sus gatos por la noche. Los gatos son ferozmente independientes. Tú nunca puedes poseer uno: él te permite cuidarlo y amarlo, pero sólo bajo sus propios términos. Van y vienen como y cuando se les antoja.
La medicina de Gato es independencia, curiosidad, muchas vidas, astucia, curación, la habilidad de luchar al sentirse acorralado, poder ver lo invisible, y la protección. Gato también representa el amor, y puede ayudarnos en la meditación.
Si Gato es tu Animal de Poder, entonces hay magia y misterio en tu vida. Eres independiente y un libre pensador. Probablemente te sientes energetizado por la noche. Optas por quedarte con alguna persona o en alguna situación hasta que te aburre, y entonces te marchas. Tienes un gran talento para organizar eventos y cosas.
Algunas partes por Julia C. White © 1995-99. ISBN 1-888059-25-7

Mas animales : http://www.mind-surf.net/drogas/animalesdepoder.htm

Gato Animales Totémicos: el Gato

Un animal es un espíritu guía que se presenta en una etapa de nuestra vida en la que tendremos que aprender algo de su comportamiento o de su forma de vivir. Cada animal que nos enseña luego nos acompaña durante toda la vida formando nuestro tótem de animales.

Los animales totémicos pueden ser mitológicos o reales como el Gato, que representa la intuición, la independencia, la magia y el misterio.

Cuando un gato se presenta en nuestras vidas, incluso si es nuestra mascota y lo notamos vigilante de nuestros movimientos y pegado a nosotros es porque le toca enseñarnos en esta etapa de la vida.

Para la mayoría de las culturas los gatos son seres mágicos y misteriosos al igual que independientes y ágiles. Cuando se presentan en nuestra vida es para mostrarnos la necesidad de pensar cómo nos relacionamos con los otros, cuánto dependemos de ellos y cuánto ellos dependen de nosotros.

También nos enseña a mantener el misterio y la magia cerca de nuestras vidas como parte importante de ella ya que es la forma de utilizar nuestro propio poder energético, nuestra fuerza interior. Si no la conocemos o no estamos conscientes de nuestro poder el gato llega para conectarnos.

Como talismán nos ayudará a conseguir lo que deseamos, a lograr la fuerza para ser independientes y a encontrar nuestro poder interior y particular. Los momentos de relax con la compañía de un gato son la forma de encontrar nuestra magia interior.

http://www.destinoytarot.com/animales-totemicos-el-gato/

163175_192608020754063_448594_n

Tu animal Totémico

Cada uno de nosotros tiene un animal particular como su “Medicina personal”. Los Tótems o Animales personales de Poder son los espíritus protectores que nos ayudan tanto en nuestra vida cotidiana como en nuestra búsqueda espiritual de Armonía. Estos Animales de Poder son comúnmente un reflejo de tu yo más profundo, y también representan las cualidades que necesitas en este mundo, pero que con frecuencia están ocultas u oscurecidas.

Pero el animal de poder no sólo infunde fortaleza física y mental; también aporta autoconfianza. Las técnicas que involucran a estos animales han resultado terapias capaces de restablecer el equilibrio de cuerpo y mente. Recuperar la antigua relación sagrada entre el hombre y su entorno natural parece una necesidad para el hombre moderno. Imbuidos en el mundo de lo racional y de lo que se percibe con los sentidos, hemos olvidado a nuestros compañeros de viaje. Los animales detentan un conocimiento que puede abrirnos a la percepción de una realidad más amplia que sobrepasa y contiene a la que vivimos y experimentamos a través de nuestros sentidos.

El mundo del “nagual” es el mundo informe del espíritu donde todo es posible, está a nuestra disposición. Y los guías están ahí; nos contemplan todos los días desde las ramas de los árboles o desde el suelo. Nos gruñen, cantan, rugen; es decir. nos hablan, pero nosotros hemos olvidado el lenguaje de la Creación.

Fuente : http://www.tarotistas.com/secciones/magiawicca/Animal_Totemico

Captura de pantalla 2013-01-26 a la(s) 14.11.58

Cuando elegimos el gato como animal totémico estamos diciendo sí a la individualidad, a la integridad y a la independencia. No a una independencia aislada, sin embargo, ni a una individualidad por oposición, enfrentada a la singularidad del otro, no se trata de eso. Estamos diciendo si a una convivencia responsable, compartida y administrada con precisión milimétrica, entre iguales. Como animal doméstico que ha convivido durante milenios en compañía del ser humano, el Gato, ha defendido siempre esos términos en su particular alianza con éste y, pese a quien pese, se ha salido con la suya.

Durante la Edad Media, cuando Dios era la medida de todas las cosas y el hombre ocupaba un lugar subordinado en la jerarquía del universo, el gato y los valores que éste representa fueron profundamente denostados, llegando a peligrar la pervivencia misma de la especie. En aquella Europa iluminada por las hogueras de la inquisición donde ardían, no solo brujas y disidentes del pensamiento único que propugnaba la Iglesia, sino también los gatos que a menudo eran encausados como cómplices o instigadores, a las órdenes del mismo Diablo, estuvieron apunto de desaparecer de pueblos y ciudades.

La traición, la infidelidad, la malignidad o el desapego respecto de sus amos son rasgos que se les atribuyen aún hoy en día a los mininos, como herencia cultural de aquella época y de aquella concepción jerárquica del universo . Dios, Papa y Rey ostentaban su poder incuestionable en virtud de un pacto de fidelidad y obediencia que hallaba su máxima expresión en la renuncia absoluta al albedrío individual en favor del señor natural o amo.

El valor de las personas o animales en esa cosmogonía polarizada por una dialéctica que idealizaba el poder de lo absoluto, se establecía en términos de vasallaje, de utilidad y de deber, de modo que la renuncia a uno mismo en beneficio de quien quiera que fuese que ostentase el cetro, se consideraba, no solo un deber, sino el mas noble de los sacrificios.

391198_327517513929492_164709013543677_1511248_806980541_n

Imaginémonos al pequeño gato, orgulloso y sensible, independiente y misterioso, tan tenaz en la defensa de sus estatutos individuales, defendiendo su autonomía milenaria contra las obcecadas ordas de un poder aniquilador y absoluto. A veces cuesta creer que una criatura tan frágil haya sido capaz de demostrar un coraje tan fiero sin dejarse doblegar y que haya llegado hasta nuestros días sin perecer en el intento, ni contaminarse con esa oscura herencia de manipulación, culpa, castigo y engaño.

El gato no juzga jamás, pero tampoco acepta ser juzgado. Jamás un gato ha aprendido nada mediante el castigo, ni ha aceptado el maltrato. Cualquiera que tenga un gato, o mejor dicho, que conviva con uno, los gatos no se dejan poseer, habrá observado que la única forma de hacerles aprender algo nuevo es estimularles para que lo interpreten como un reto o un juego. Jamás lo harán por obediencia o miedo al castigo… Es asombroso descubrir la fiereza que es capaz de desarrollar un felino cuando se siente amenazado o se le castiga. Es como si en ello le fuera la vida y, en cierto sentido, no anda desencaminado.

Pero, ¿que hay detrás de esa mirada curiosa e insondable, un minuto antes de que caigamos en sus garras?. El gato como señor de sus propios dominios solo da lo que es suyo cuando quiere y porque puede. Es por naturaleza generoso y los que hemos convivido con uno sabemos, en ocasiones para nuestro pesar y la lamentable desdicha de pájaros y ratones, que suele ofrendar a la cocina de la casa las primicias de sus presas… Del mismo modo, el gato toma lo que se le da solo cuando le conviene y lo desea, jamás por avaricia, glotonería o halago. Los cumplidos que te puede hacer un gato nunca llegan de la deuda, la culpa o la sumisión; la fuente que alimenta su agradecimiento puede fluir del interés, pero tratará de “engatusarte” siempre con gracia y destreza, jamás intentando inspirar compasión o manifestando dependencia. ¿Es pues esa individualidad insobornable lo que tanto nos desconcierta?. ¿Es esa entereza y resolución incontestables lo que nos desafía, haciéndonos amar u odiar al mas pequeño de los felinos?.

Fuente : http://sergioblancafort.com/?p=31

http://www.leycosmica.org/profiles/blogs/los-animales-de-poder-parte-2

 Bastet Diosa amuleto egipcio

http://shyra.sekher.com/animales.htm

«La elegancia quiso cuerpo y vida, por eso se transformó en gato.» – Guillermo de Aquitania

Citando a Jamie Sams y David Carson:
Cuando exhortas el poder de un animal, estás pidiendo ser envuelto en armonía completa con la fortaleza de la esencia de esa criatura. Adquirir comprensión de estos hermanos y hermanas es un proceso de curación, y debe ser abordado con humildad e intuición. Ciertos aspectos de las lecciones dadas por estas criaturas han sido elegidos para reflejar las lecciones que cada espíritu necesita aprender en el Buen Camino Rojo. Estas son las lecciones de ser humano, de ser vulnerable y de buscar la totalidad con todo lo que existe. Son parte del camino hacia el Poder. El Poder yace en la sabiduría y la comprensión del papel de uno en el Gran Misterio, y en honrar el hecho de que cada cosa viviente es un Maestro. (Medicine Cards).

http://elgatoblogger.blogspot.com.es/2009/02/animales-de-poder-el-gato.html

Intuicion, Vigilancia, Inteligencia, Misterio, Magia, Independencia
El gato es símbolo de la intuición y la independencia.El gato (Felis silvestris catus) es un pequeño mamífero de la familia Felidae.
Los gatos son eficaces cazadores carnívoros, poseen garras retráctiles, el oído agudo, el olfato, la vista y los reflejos excelentes.

401260_300512260050303_355257931_n

Como animal de compañía, es una de las mascotas más populares.
Son preferidos por sus hábitos de limpieza, por su bajo nivel de atención y cuidados requeridos para su manutención.
El gato domestico vive en intimo contacto con los seres humanos desde hace mas de 4.000 años.

Parece ser que el gato domestico se desarrolló originariamente en el Medio Oriente.
Su historia y origen se remontan al antiguo Egipto. La abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto, fue quiza motivo por lo que los egipcios alentaran la convivencia con los gatos salvajes para combatir la cantidad de ratas y ratones existentes. Fue creciendo el culto egipcio hacia los gatos incluyendolo entre sus símbolos sagrados, centrado en la diosa Bastet, mujer con cabeza de felino que sombolizaba la meternidad y la fertilidad.

Fue tal la adaptación del gato a la vida cotidiana de los egipcios, que su muerte era motivo de duelo familiar; Herodoto, en Los nueve libros de la Historia, manifiesta que los moradores de la casa se rapaban las cejas en señal de duelo. Tras su muerte, su cuerpo se embalsamaba y momificaba en locales sagrados, y en el lugar de su enterramiento se colocaba junto a ellos ratones embalsamados. En 1890 fueron halladas en la ciudad de Bubastis amplias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos.

Quien se atrevía a matar a un gato era acreedor de la pena de muerte.

El Gato es un poderoso maestro, ya que puede mostrarnos nuestro propio poder personal y puede ayudarnos a ser más independientes.

El tótem del gato alienta una percepción clara, un cuerpo y mente ágil, gran ingenio e independencia.

El gato nos anima a buscar nuevas ideas y conocer lugares nuevos.
Debido a su mente rápida e inteligente, el gato puede servir de inspiración útil si nos encuentramos bloqueados en un problema o nos falta creatividad. Si buscamos un impulso adicional de valor o de confianza, el gato es el tótem que nos está llamando.
El Gato nos enseña a cuidar de nuestros cuerpos y mentes para que sigan siendo fuentes constantes de gran poder personal. También nos recuerda que una de las mejores maneras de lidiar con el estrés, es tomarse un tiempo considerable para desestresase.

Tener un gato cerca, siendo un adicto al trabajo es considerado saludable.

Una nota muy interesante sobre el gato es que se dice que su campo de energía gira en la dirección opuesta al campo energético humano. Debido a esto se cree que la energía de los gatos pueden neutralizar cualquier energía negativa que puede afectar a un ser humano. Por esta razón los gatos son a menudo vistos como curanderos poderosos.
Una cosa que definitivamente un gato sabe, es cómo conseguir lo que quieres. El Gato tiene un excelente sentido de la oportunidad. Sabe cómo calcular los riegos y volverlos a su favor.
Nos enseña a aplicar la intuición en nuestro estilo de vida, que aprendamos el momento apropiado para tomar un descanso, y el momento adecuado para poner toda nuestra energía en una meta.
Otra lección que gato nos enseña es aprender a protegernos a nosotros mismo. Si bien a veces se esconden en las sombras o no toman represalias, el gato sabe que si está acorralado en una esquina, hay que liberar todas sus armas como mejor le parezca. Un Gato recuerda que tenemos un montón de razones para defendernos por nosotros mismo, sobre todo aquellas que atentan contra nuestro espacio personal y el respeto de los demás. El nos dará valor y confianza.
El gato nos puede enseñar cómo comunicarnos con nuestro interior felino y sanarnos a nosotros mismo desde dentro hacia fuera.

http://www.enlabuhardilla.com/Esoterismo/ZoologiaChamanicaTotems/TotemsAnimal/tabid/1460/agentType/View/

PropertyID/371/Default.aspx

http://hilde2013.blogspot.com.es/